Las deidades prehispánicas encargadas del cuidado del agua en México
- Las culturas prehispánicas conformaban el México Antiguo, en el que coexistieron distintos grupos con singulares formaciones étnicas. Los cuales veneraban al agua como fuente de vida, otorgándole un papel fundamental en su cosmovisión.
Esta veneración se reflejaba en la existencia de diversas deidades asociadas a este elemento vital:
- Chalchiuhtlicue: era venerada por los mexicas como la diosa de los lagos, corrientes de agua y navegación costera en el México antiguo. Representada como una mujer con falda de jade y acompañada de símbolos acuáticos como ranas y caracoles, era considerada la protectora de los elementos relacionados con el agua y la lluvia en la cosmología mexica.
- Tláloc: era venerado como el señor de las montañas y representado como un anciano con barba y dientes de obsidiana. También conocido como el ‘Néctar de la tierra’. Según descripciones de Fray Bernardino de Sahagún y Alfredo Chavero, Tláloc era adorado como el dios del rayo, de la lluvia y de los terremotos.
- Chaac: la deidad maya asociada al agua, la lluvia, el viento y las tormentas, era invocada para obtener abundancia en las cosechas y se le representaba como un hombre con barba y bigote, sosteniendo hachas, caracterizado por poseer una larga trompa con la que provocaba truenos en el cielo, morando en cuevas y cenotes que servían como portales al Xibalbá, el inframundo maya, y acompañado de animales como cocodrilos y jaguares.
- Cocijo: la divinidad zapoteca de la lluvia y la tormenta, comparada con Chaac de los mayas y Tláloc de los mexicas, es venerado con una vasija en mano y una máscara que enmarca sus ojos, a menudo adornada con colmillos y una lengua bífida. Además, era concebido como un anciano portando un hacha, símbolo de poder y justicia, encarnando así la fuerza elemental de la naturaleza y la rectitud divina en la cosmología zapoteca.
- Metzabok: el dios lacandón de la lluvia y los truenos, previamente conocido como Men-Sabak, el hacedor de hollín, era venerado por los lacandones como el divino responsable de los fenómenos meteorológicos. Según su creencia, los ayudantes de Metzabok esparcían hollín sobre las nubes, otorgándoles su característico tono oscuro antes de la lluvia. Representado como un anciano con un hacha en la mano, este dios estaba estrechamente ligado al poder y la justicia en la cosmovisión lacandona.
- Yuku: el dios de la lluvia para los yaquis, según la leyenda, privó de agua a los ocho pueblos principales, desatando la preocupación entre la comunidad. Ante la necesidad imperiosa de agua, los yaquis enviaron primero al gorrión y luego a la golondrina para rogar a Yuku, pero ambos intentos fueron infructuosos. Finalmente, fue el sapo Bobok quien, dotado de alas de murciélago, logró engañar al dios para que liberara la lluvia sobre la tierra. Esta deidad yaqui, representada como una serpiente de agua, simbolizaba la fertilidad y la abundancia, nutriendo así el sustento.
Estas deidades prehispánicas representan la profunda conexión que las culturas mesoamericanas tenían con el agua, reconociendo su importancia para la vida, la agricultura y la cosmovisión. Su veneración nos permite comprender la compleja relación que estas culturas establecieron con el medio ambiente y su visión del mundo.